Colaboración de una lectora del blog, gracias

Sarandí. Viernes 25 de marzo, 17 horas. Tarde apacible de un feriado largo en el almanaque y un cielo amenazante de descargar su bendición.
Dos autos irrumpen en el silencio del barrio. Parecen extranjeros para los vecinos que miran con detenimiento. Propio del lugar en donde todos se conocen. Buscan el sitio en donde las historias, de un pasado no muy lejano van a ir y venir.
Ahí es. Ahí está el cartel. La esquina de Colonia y Ciudadela: la Sociedad de Fomento. El punto de encuentro de: vecinos, amigos y familiares, quienes inspiraron los relatos de un libro llamado como el propio lugar: El pueblito. Su autora, Dora Cerón, residente actual en la ciudad de Tandil, ha decidido presentarlo.
¿Por qué allí? En un barrio como escondido. Cerca de la gran ciudad, pero apartado, quedaron las historias, atrapadas en esa gente que aún lo habita. En esas casas  que conservan su estilo, y en los amigos de toda la vida.
Historias que Dora, de niña y de adolescente vivió. Porque Dora o Mimí, para ellos, es de ahí. Sus raíces permanecen aunque hoy viva haciendo historias en otro lugar.
Quien se acerque a su obra, sentirá como propios algunos hechos, aunque no haya pertenecido a ese sitio, pues la misma posee la magia de transportarnos a lo más íntimo de nuestro ser: la infancia, poblada de amor.
Sentirán como propios, relatos de una época en la que algún suceso nos fue común a todos los que la transitamos, y que nos transportará, sin querer, a nuestro barrio.
Emociones, encuentros y llanto, en un retroceder veloz en el tiempo, para aquellos habitantes que recorren, junto a la lectura, algún pasaje de sus vidas.
Los ojos inundados de nostalgia y voces quebradas, por el agradecimiento de quienes son protagonistas de los relatos del libro, hicieron que el salón, silencioso, rompieron en ruidoso aplauso, hacia quien genera tamaña emoción.
Risas, abrazos y más llanto dejaron para siempre huellas nostágicas, en esa tarde apacible de un pueblito de Sarandí, partido de Avellaneda.