La puerta-ventana del escritorio ha quedado abierta. Me sorprende. Entra con lentitud, mirando a todos lados. De pronto, fija sus ojos en mí, sólo por unos segundos. ¿Cuál de los dos está asustado?
Me quedo quieta. El da media vuelta y camina unos pasos hacia afuera y levanta vuelo. Quisiera acompañarlo.
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