domingo, 27 de enero de 2019

La luz



     Me despierto. Cuesta abrir los ojos. Esa luz. Tan intensa, tan blanca.
     Con las manos tanteo a mi alrededor. Arena... por lo menos eso parece,
     ¿Dónde estoy? Ese rumor. Ese rumor. Sí, es el mar, me lo confirma el olfato.
     Tengo que abrir los ojos. La luz, tan intensa, tan blanca: el sol. 
     Me levanto con premura. Un paso, otro paso. ¡Ya corro! Los pies en el agua. Levanto uno, levanto otro. Siento las gotas sobre mi cuerpo al caer. Camino a orillas del mar.
     En el lado opuesto un acantilado. Detecto una escalera. Corro, corro, un escalón tras otro. Ya llego arriba.
     Delante mío un ventanal. Giro el cuerpo. A mis costados paredes. Detrás mío paredes.
     Abro el vental. Quiero salir de la habitación, no puedo. Mis piernas no avanzan. Miro a un costado y ahí están. Me apoyo en los bastones y comienzo a andar. Pasos lentos pero seguros. Afuera hay claridad, no la de la playa, no, pero la luz alcanza.

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